En la actualidad, el mundo del transporte vive una tremenda transformación. Los autobuses y los autocares están adoptando nuevas tecnologías sostenibles, como el combustible de hidrógeno, los motores híbridos y los motores de vehículoseléctricos.

Sin embargo, el uso de autocares y autobuses eléctricos no es algo tan nuevo como parece. De hecho, los autobuses eléctricos se utilizaron antes que los motores de combustión interna estándar.

Esta es la historia de los primeros autobuses eléctricos.

El Electromote

Los carruajes tirados por caballos se han empleado durante miles de años. Cada civilización ha tenido su propia forma de carruaje, desde carros romanos hasta coches de varas.

Las primeras rutas de autocares comenzaron en el siglo XVII, con la ayuda del desarrollo de las primeras suspensiones y frenos que permitieron que los autocares fueran más robustos, más cómodos y menos propensos a romperse en carreteras sin pavimentar.

Después de que la red ferroviaria comenzara a tomar forma a principios del siglo XIX, los autocares dejaron de ser un transporte exclusivo para las masas.

Al principio, los caballos tiraban de los autobuses, pero esta tecnología no tardó en ser sustituida por autobuses a vapor en la década de 1830.

Sin embargo, este tipo de autobús no tardó en desaparecer. Primero, por los peajes extremadamente elevados de la época y segundo por leyes como la Ley de Locomotoras de 1861 que limitaba su velocidad a tan solo 10 km/h en las calles de las ciudades.

Los hermanos William y Ernst Werner de Siemens inventaron una alternativa posible en 1880. A pesar de vivir por aquel entonces en Inglaterra y Alemania respectivamente, ambos colaboraron en lo que llamaron Electromote.

Fabricado casi al mismo tiempo que el primer tranvía eléctrico, el Electromote era un trolebús que tomaba energía de las líneas eléctricas. Para ello, estaba formado por un «automóvil de contacto» de ocho ruedas que avanzaba a lo largo de las líneas eléctricas aéreas con el propio vehículo.

Se las arregló para llegar a 20 km/h durante su prueba de dos meses, aunque la falta de pavimento en la carretera por la que circulaba se traducía en fallos de funcionamiento habituales.

Se necesitarían casi 20 años para que se creara la primera red de autobuses eléctricos en el valle de Biela, cerca de Dresde. Su creador, Max Schiemann, desarrolló un sistema para facilitar la conexión de los trolebuses a los cables eléctricos.

Funcionaba mediante el uso de dos cables aéreos paralelos, cada uno conectado a postes rígidos que se sujetaban a los cables a través de resortes. Este sistema se convertiría en el sistema de energía estándar para los trolebuses que todavía se utilizan hoy en día en algunos lugares del mundo.

El servicio de trolebús entró en funcionamiento en Leeds y Bradford en el año 1911. Este segundo siguió en funcionamiento hasta 1972.

En algunos países todavía se utilizan en la actualidad. Por ejemplo, en ciudades como Vancouver, San Francisco y Beijing; aunque suelen incorporar un sistema híbrido que permite que el autobús funcione, tanto si está conectado al cableado aéreo como si no.

Los autobuses eléctricos son anteriores a los autobuses de gasolina y diésel y, a medida que los motores de gasolina se eliminen, es posible que también sobrevivan a ellos.